miércoles, 26 de octubre de 2011

AHORRANDO VIDA...



Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sean las ventanas de alrededor,
y porque no se tiene vista,
luego nos acostumbramos a no mirar para afuera,
luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas;
y porque no abrimos del todo las cortinas,
luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.

Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud...

Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde...
A tomarnos el café corriendo porque estamos atrasados...
A leer el diario en el autobús porque no podemos perder tiempo...
A comer un sándwich porque no da el tiempo para almorzar...
A salir del trabajo ya de noche...
A dormir en el viaje porque estamos cansados...
A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día...

Nos acostumbramos a pensar que las personas cercanas a nosotros estarán siempre ahí y a creer que están bien, sin preocuparnos por averiguarlo...

A esperar el día entero y finalmente oír en el teléfono:
"Es que hoy no puedo ir...
A ver cuándo nos vemos...
La semana que viene nos reunimos..."

A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta.
A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el cine está lleno nos acostumbramos y nos conformamos con sentarnos en la primera fila, aunque tengamos que torcer un poco el cuello.

Si el trabajo está complicado, nos consolando pensando en el fin de semana.

Y si en el fin de semana no hay mucho que hacer, o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo, porque siempre tenemos sueño atrasado.

Nos acostumbramos a ahorrar vida...
Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados
NOS PERDIMOS DE VIVIR!

Existe un dicho:
"La muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja".

El tiempo no se puede atrapar,
mucho menos almacenar;
nuestra existencia transcurre a gran velocidad,
pero mientras tengamos vida,
tenemos la oportunidad de cambiar nuestros hábitos,
de tener una mejor calidad de existencia,
de aprovechar y disfrutar cada respiro,
cada latido de nuestro corazón.

No transformemos nuestra vida en una rutina inútil que nos haga infelices.

Dios pone a nuestra disposición todos los elementos para ser felices, satisfechos y agradecidos por ese gran don (que es la vida), que con tanto amor nos ha sido otorgado.

La vida no hay que ahorrarla...

HAY QUE VIVIRLA PLENAMENTE....

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