miércoles, 26 de febrero de 2014

LO QUE EL MUNDO NECESITA



Un anciano muy pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Alguien le dijo: 

—¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos? ¡Tenga por seguro que no vivirá lo suficiente para consumir sus frutos! El anciano respondió apaciblemente: 

—Toda mi vida he comido mangos de árboles sembrados por otros. 
¡Que los míos rindan frutos para quienes me sobrevivan! 
Habitamos un universo espléndido en el que todos tienen algo que ofrecer. 
Los árboles dan, 
los ríos dan,
 la tierra da, 
el sol y la luna y las estrellas dan. 
¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, 
amasar, juntar, acumular, sin dar nada a cambio? 
Todos podemos dar algo, por pobres que seamos. 
Podemos ofrecer pensamientos agradables, 
dulces palabras, 
sonrisas radiantes, 
conmovedoras canciones, 
una mano firme 
y tantas otras cosas que alivian a un corazón herido. 
Más que dinero, lo que el mundo necesita es amor... 
y simpatía.



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