sábado, 3 de diciembre de 2011

EL CARPINTERO



El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo.

Su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa se sentó en silencio en el coche. Una vez que llegamos, me invito a conocer a su familia.

Cuando nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazo a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el coche.

Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que le había visto hacer un rato antes.

-"Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó.

-"Se que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego por la mañana los recojo otra vez".

-"Lo divertido es", dijo sonriendo, -"que cuando salgo por la mañana al recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".

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