viernes, 25 de noviembre de 2011

UN ACTO DE AMOR



Hace muchos años cuando trabajaba como voluntario en un hospital conocí a una niñita llamada Liz, quien sufría de una extraña enfermedad.

Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.

El doctor explicó la situación al hermano de la niña y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana.

Yo lo vi dudar por solo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir:

-Si, lo haré, si eso salva a Liz.

Mientras la transfusión continuaba, el estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña.

Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció.

Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa:

-¿A qué hora empezaré a morirme?

Siendo solo un niño no había comprendido al doctor, él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana.

Y aun así se la dio.

Esta es una maravillosa historia que nos invita a darlo todo por quien amamos.

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