martes, 24 de abril de 2012
AMAR A UN SER HUMANO (Andrea Weitzner)
Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas;
contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos;
es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa;
es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en si mismo;
es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.
Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto;
aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado;
es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo;
es permitirle descubrir su verdad interior por si mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas;
es valorarlo por ser quien es, no por como tu desearías que fuera;
es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.
Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente;
es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable;
es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas;
es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas;
es disfrutar del privilegio de ser tu mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas;
es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina:
"este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto... si tú quieres recibirlo".
Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal;
es creer en él cuando de si mismo duda, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha;
es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.
Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita;
es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea;
es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero;
es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne;
es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.
Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas;
es hacerle saber y sentir cuanto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce;
es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo;
es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría;
es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.
Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente;
es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales;
es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo.
Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo;
es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.
Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tu formas parte;
es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados obscuros y sombríos;
amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad;
es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
INSTRUCCIONES PARA LA VIDA (DALAI LAMA)
Da a la gente más de lo que espera y hazlo con alegría, recuerda que el egoísmo es parte del fracaso de la vida.
No creas todo lo que escuchas, no gastes todo tu dinero o duermas todo lo que quieres.
Cuando digas "Te amo", demuéstralo.
Cuando digas "Lo siento", mira a la otra persona a los ojos.
Nunca te rías de los sueños de los demás.
Ama profunda y apasionadamente. Pueden herirte pero es la única forma de vivir la vida completamente.
En las discusiones, pelea con justicia. Sin hacerlo un asunto personal.
No juzgues a la gente por sus familiares ni por las apariencias.
Habla despacio pero piensa rápido.
Cuando alguien te hace una pregunta que no quieres responder, sonríe y pregúntale: ¿Por qué quieres saberlo?
Llama a tus padres.
Cuando te equivoques, no olvides la lección.
Recuerda las tres R:
Respeto por ti mismo,
Respeto por los demás,
Responsabilidad por todos tus actos.
No dejes que una pequeña discusión dañe una gran amistad.
Corrige tus errores.
Sonríe cuando contestes el teléfono. Quien te llama lo escuchará en tu voz.
Dedica tiempo para estar a solas.
Abre tus mente al cambio, pero no olvides tus principios.
Recuerda que el silencio es a veces tu mejor respuesta.
Lee más libros y mira menos TV.
Lo que aprendas lo podrás transmitir a tus hijos con mucha sabiduría.
Vive una vida buena, honorable. Así cuando seas viejo y mires atrás, la podrás disfrutar por segunda vez.
Confía en tí, pero asegura tu vehículo.
Haz todo lo que puedas para crear un tranquilo y armonioso hogar.
Comparte tu conocimiento.
Nunca interrumpas cuando estas siendo halagado.
Preocúpate de tus asuntos.
Una vez al año, visita un lugar que nunca has estado.
Juzga tu éxito a través de lo que has renunciado para obtenerlo.
Aprende a reconocer y agradecer la ayuda que te prestan los demás.
Piensa bien lo que vas a decir. Recuerda que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Nunca te limites a demostrar lo que sientes, por miedo a ser rechazado o criticado.
En desacuerdos, escucha y respeta la opinión del otro.
No seas tan confiado, pero tampoco tan desconfiado.
Recuerda que hay palabras que duelen mas que los golpes.
No seas vengativo, recuerda que la vida misma se encarga de cobrar todo.
Trata de tener estabilidad en tu trabajo y con tu pareja, porque la gente inestable es la que mas sufre.
Nunca juzgues a alguien sin tener motivos para hacerlo, y cuando los tengas, primero júzgate a ti mismo.
Aprende a perdonar, porque seguramente algún día tu vas a necesitar que te perdonen.
Aprende las reglas y luego incumple algunas.
flor de loto
lunes, 9 de abril de 2012
martes, 3 de abril de 2012
AMOR… (Leo Buscaglia)
Pensar en esta palabra de tan pocas letras y que encierra tanto.
Ese sentimiento que no sabemos definir con palabras,
llena nuestro ser de sensaciones, emociones, en fin
es la experiencia más grande de la vida.
Es tener siempre los brazos abiertos,
ya que así es incontable la cantidad de personas que puedes rodear con él.
Ciertamente, ¿Quién puede decir cuantas personas caben en nuestro corazón?...
¿A cuantas podemos llegar a amar?...
¿Amar o querer?...
¿Es que acaso hay diversas categorías en el amor?...
Pues para mí,
el espacio que cada ser humano tiene para amar es tan inmenso,
que no se puede medir,
la cifra puede ser infinita.
Y con el tiempo este sentimiento se va transformando,
podría decir que crece, evoluciona en gran similitud,
a lo que ocurre con cada uno de nosotros con el transcurrir de la vida.
¡Que hermoso es tener la capacidad de AMAR,
con el corazón abierto y con todos los sentidos!
By Leo Buscaglia
AMISTAD, QUIZÁS SEA ESO (Hellen Keller)
Quiero ser para ti como un puente sobre el río.
De este lado, tu hoy.
Del otro lado, tu mañana.
Entre ambas orillas, el río de la vida:
a veces está calmo, a veces turbulento;
algunas veces traicionero, otras profundo y barroso.
Es necesario atravesarlo.
No soy Dios ni pretendo jugar a Dios.
Sólo Él puede llevarte con seguridad a la otra orilla.
Pero sí quiero ser el puente que haga más fácil tu trayecto.
Si tienes miedo, pasa sobre mis hombros.
Si no quieres correr riesgos, usa mis hombros.
Si encuentras que no conviene pasar solo,
usa mis hombros.
Si me balanceo, no tengas miedo.
Dios me colocó en tu camino
para ayudarte a cruzar el río de la vida.
No vaciles en pisar solamente en mí.
Y cuando estés por llegar, si quieres, recógeme.
Pero si me entiendes bien, déjame en donde estoy:
otros pasarán por mí, como tú pasaste.
Pero quiero que continúes en tu caminar.
Soy tu puente para muchas travesías de la vida.
Si me quieres, entonces, puedes llamarme amigo.
Ten calma.
Ten calma,
desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente.
Afirma tu paso con la visión del futuro.
Encuentra la calma de las montañas.
Rompe la tensión de tus nervios y músculos
con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria.
Vive intensamente la paz del sueño.
Aprende a tomar vacaciones de un minuto,
al detenerte a mirar una flor,
al conversar con un amigo,
al contemplar un amanecer
o al leer algunas líneas de un buen libro.
Recuerda cada día la fábula de la liebre y la tortuga,
para que sepas que vivir más intenso
no quiere decir vivir más rápido
y que la vida es más que aumentar la velocidad.
Voltea hacia las ramas del roble que florece
y comprende que creció grande y fuerte
porque creció despacio y bien.
Ten calma,
desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra
de lo que realmente vale,
para así crecer hacia las estrellas.
By Hellen Keller
ENCUENTRAS LO QUE ESTÁ EN TI
Cuenta que un joven llegó al borde de un oasis contiguo a un pueblo y acercándose a un anciano le preguntó:
—¿Qué clase de personas vive en este lugar?
—¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?, preguntó a su vez el anciano.
—Oh, un grupo de egoístas y malvados, replicó el joven, estoy encantado de haberme ido de allí.
A lo cual el anciano contestó:
—Lo mismo vas a encontrar aquí.
Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano, preguntó:
—¿Qué clase de personas vive en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta:
—¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?
—Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.
—Lo mismo encontrarás aquí, respondió el anciano.
Un hombre que había oído ambas conversaciones preguntó al viejo:
—¿Cómo es posible dar dos respuestas diferentes a la misma pregunta?
A lo cual el viejo respondió:
—Cada cual lleva en su corazón el medio ambiente donde vive.
Aquel que no encontró nada nuevo en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí.
Aquel que encontró amigos allá, podrá encontrar también amigos aquí, porque, a decir verdad, tu actitud mental es lo único en tu vida sobre lo cual puedes mantener control absoluto.
Siempre que tengas una actitud positiva hallarás la verdadera riqueza de la vida.
Si miras dentro de ti sabrás que posees una gran fortaleza para entregar y para descubrir todas las cosas buenas en los demás.
¡Qué siempre encuentres un oasis de paz!
¿AMAR O DEPENDER?
¿Que tan dispuestos estamos a sufrir por alguien?
Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte.
Aristócratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos. Joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.
Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:
Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de mi amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Ésa es mi dote...
La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar. Tendrás tu oportunidad:
Si pasas la prueba, me desposarás.
Así pasaron las horas y los días.
El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve, y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento.
De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.
Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca. Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa:
¿Qué fue lo que te ocurrió?...
Estabas a un paso de lograr la meta.
¿Por qué perdiste esa oportunidad?
¿Por qué te retiraste?
Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, contestó en voz baja:
No me ahorró ni un día de sufrimiento...
Ni siquiera una hora...
NO MERECÍA MI AMOR.
El merecimiento no siempre es egolatría, sino dignidad.
Cuando damos lo mejor de nosotros mismos a otra persona,
cuando decidimos compartir la vida,
cuando abrimos nuestro corazón de par en par y desnudamos el alma hasta el último rincón,
cuando perdemos la vergüenza,
cuando los secretos dejan de serlo, al menos merecemos comprensión.
Que se menosprecie, ignore o desconozca fríamente el amor que regalamos a manos llenas es desconsideración o, en el mejor de los casos, ligereza.
Cuando amamos a alguien que además de no correspondernos desprecia nuestro amor y nos lastima con su indiferencia,
estamos en el lugar equivocado.
Esa persona no se hace merecedora del afecto que le prodigamos.
La cosa es clara:
si no me siento bien recibido en el corazón de alguien,
empaco y me voy.
La misión de todos en este mundo es encontrar la felicidad,
pero la real,
no la que creemos que es.
Nadie se quedaría tratando de agradar y disculpándose por no ser como les gustaría que fuera.
No hay vuelta de hoja.
En cualquier relación de pareja que tengas,
no te merece quien no te ame ni te comprenda,
y menos aún, quién te lastime.
Y si alguien te hiere reiteradamente sin mala intención,
puede que te merezca,
pero no te conviene...
NO IMPORTA LO QUE SINTAMOS... (Rabindranath Tagore)
No importa lo que sintamos o sepamos,
no importan nuestros dotes potenciales o talentos,
sólo la acción les da vida.
Muchos de nosotros entendemos conceptos
como el compromiso, el coraje, y el amor,
pero en realidad saber es hacer.
Hacer trae la comprensión,
y las acciones convierten conocimientos en sabiduría.
No puedes atravesar el mar simplemente mirando al agua.
By Rabindranath Tagore
LOS ESPEJISMOS
Los espejismos atraen nuestras ilusiones, hacia algo que no está más que en nuestra mente, pero nos resulta interesante nos deslumbra con su engañoso brillo distorsionado y confundimos nuestra realidad.
El oasis imaginario seduce al incapaz, al que anda por la vida 'sin brújula, sin mapa' y al que va cargado de cosas innecesarias que le impide avanzar sin hundirse.
Para cruzar el desierto de nuestra vida debemos tener al menos una idea...
La dirección en la que queremos caminar.
Algunos espejismos nos hace perder la vía recta, decía Dante:
en medio del camino de nuestra vida,
me encontré en una selva oscura
que la recta vía había perdido.
NO BASTA AMAR, HAY QUE AMAR SIN EGOS NI APEGOS...
La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor, te hace implacable.
La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.
El éxito sin amor, te hace arrogante.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La castidad sin amor, te hace orgulloso.
La pobreza sin amor, te hace miserable.
La belleza sin amor, te hace ridículo.
La verdad sin amor, te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La sencillez sin amor, te hace mediocre.
La oración sin amor, te hace ser un farsante.
La ley sin amor, te esclaviza.
La política sin amor, te hace ególatra.
La amistad sin amor, te hace utilitario.
El matrimonio sin amor, te reduce a un objeto.
La fe sin amor, te hace fanático.
La vida sin amor, no tiene sentido.
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